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¿Quién consume el combustible en el autotransporte en el país?

¿Quién consume el combustible en el autotransporte en el país?

PARQUE VEHICULAR EN MÉXICO

En la Figura 3, se corroboran los datos expuestos en el Balance Nacional de Energía, puesto que la
participación de vehículos ligeros, principalmente de gasolina, como los autos compactos, subcompactos,
los denominados de uso múltiple (vehículos deportivos utilitarios [SUV], vans y minivans, por ejemplo)
y las camionetas pick-up pequeñas y medianas representan 86% de las unidades que circulan en el país. Si
agregamos los resultados, podemos ver que los automóviles compactos y subcompactos ocupan 43% del total. Al analizar los datos, se advierte un rubro denominado “usos múltiples”, que significa la incorporación de vehículos de mayor tamaño y, en general, de mayor consumo de combustible.

Por otra parte, en la Figura 4, podemos ver la composición del parque vehicular por cada entidad (se reconoce la importancia de las megaciudades). La Ciudad de México contiene 17% del parque vehicular en circulación, seguido por los estados de Nuevo León, Jalisco y Estado de México con un porcentaje de alrededor del 7% cada uno. Seis estados más mantienen porcentajes similares entre el 3% y 4%. Las 10 entidades que se presentan en el gráfico representan el 60% de vehículos totales. La implementación de programas de eficiencia energética concentrados en ciudades bien identificadas, con un parque vehicular amplio y un alto consumo de combustible, podría asegurar una mayor eficiencia en el aprovechamiento del potencial de ahorro de energía.

Actores relevantes en las definiciones de la eficiencia energética

LOS GOBIERNOS

En materia de transporte, la actividad de buena parte de los gobiernos está dirigida, entre otras cosas, a la planeación, la gestión, el cuidado del medio ambiente y recursos energéticos. Para lograrlo, emiten políticas que contengan estrategias y líneas de acción a través de programas específicos que tienen su esencia en las interacciones entre los gobernantes y los consumidores/usuarios del transporte, para producir oportunidades de mejora en el uso eficiente de la energía por un lado y por otro, para contar con instituciones y normas que generen el aprovechamiento de dichas oportunidades. En términos prácticos, la asistencia técnica y capacitación, la promoción y difusión, el desarrollo de normas y los incentivos son elementos claves para impulsar la eficiencia energética, no sólo en el sector transporte, sino en todos los demás.

LA INDUSTRIA AUTOMOTRIZ

Esta industria es un catalizador de grandes cambios productivos y tecnológicos, con el fin principal de reducir costos y acercarse a mercados de alto potencial de crecimiento. La Investigación y el Desarrollo (I+D) son claves para mantener una posición en el mercado, por lo cual la aparición de mejoras tecnológicas más eficientes en los vehículos ocurre con frecuencia. Por otra parte, la industria debe cumplir las normas que los gobiernos emiten, lo que además impulsa la incorporación de tecnologías eficientes. Ahora bien, ese esfuerzo de la industria por ofrecer vehículos más eficientes y con mejor tecnología debe complementarse con proporcionar la suficiente información a la autoridad y a los usuarios, más aún si se trata de tecnologías emergentes, como lo son los vehículos eléctricos.

LA INDUSTRIA DE LA ENERGÍA

Uno de los aspectos más importantes para contar con vehículos más eficientes es disponer de energéticos adecuados, que sean de calidad y que ofrezcan un menor daño al ambiente. El desarrollo tecnológico de la industria automotriz ha estado vinculado a la industria de los combustibles. De hecho, los fabricantes de vehículos asociados, desde hace años, han tratado de empatar el funcionamiento de sus motores con las características de los combustibles. Ello da paso a la necesidad de establecer normas o estándares que deberán ser, en primer nivel, domésticos –pero con una fuerte tendencia a un cumplimiento internacional– para dos propósitos: acertar en las solicitudes de la industria automotriz y especialmente, dar cumplimiento a las regulaciones que los gobiernos emitan en cuanto a las emisiones contaminantes.

LOS USUARIOS

El personaje más importante en el avance de la eficiencia energética en el transporte es precisamente el usuario, y en este caso podemos considerarlo de dos tipos: el que utiliza los vehículos para ofrecer un servicio de traslado de personas o de carga con un costo, o bien el usuario particular que los usa para trasladarse de manera cotidiana.

En caso del transportista, la profesionalización de éste mediante la capacitación será un recurso determinante para lograr productividad y un mejor uso de los vehículos y de la energía que usan.

En el segundo caso, el automovilista particular y/o usuario del transporte público tendrá como retos conocer con mayor detalle la tecnología que va a elegir, las especificaciones técnicas que se ajustan más a los requerimientos de él mismo y de su familia, así como llevar a cabo los cuidados en mantenimiento, apostando por una conducción económica y segura.

Por su parte, el pasajero de transporte público deberá conocer los medios más convenientes para él en cuanto a costo, calidad, eficacia y eficiencia, lo cual implica, en principio, amplias políticas de información que apoyen estos propósitos.

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La importancia de la innovación tecnológica en la eficiencia energética para el transporte público

La importancia de la innovación tecnológica en la eficiencia energética para el transporte público

Miguel Asai Arrieta                                                 asai1216@hotmail.com

José Andrés Valdés Requena                              Andrew.ipnmx@gmail.com

Maestro en tecnología avanzada, CIITEC, IPN

 

Ingeniero de proyectos, CITEC, IPN

Una de las necesidades primarias para el buen funcionamiento y movilidad de la sociedad es el transporte público. La Ciudad de México, al ser una de las ciudades más grandes del mundo, tanto territorialmente como en su población, requiere de un compromiso mayor en la programación y diseño de esta infraestructura; además, este sector representa un porcentaje considerable de la economía de toda la Metrópoli (Figura 1).

El crecimiento y los cambios culturales que ha sufrido la sociedad han generado que, en los últimos años, el transporte público haya modificado aspectos importantes de su servicio con la intención de mejorar su diseño, programación y hasta costos. Culturalmente, también ha modificado la forma en la que se presta el servicio, estableciendo regímenes de seguridad, de atención a los usuarios y de control ambiental, por mencionar algunos.

Este último aspecto tiene mayor impacto, ya que está enfocado a la problemática ambiental actual, pues el cuidado de nuestros recursos y el uso eficiente de ellos es una forma de proteger el medio ambiente. El transporte público, al ser el modo de traslado más utilizado, antes que favorecer la movilidad urbana, representa una amenaza al medio ambiente, ya que incrementa los niveles de contaminantes que existen en el aire de nuestra ciudad y área metropolitana (Figura 2), el sobrecalentamiento que se genera en las áreas donde transita, además de la basura que se genera por parte de los usuarios, sólo por mencionar algunos de los contaminantes.

De forma paralela al desarrollo de las tecnologías mencionadas anteriormente, existen otras enfocadas al uso eficiente de combustibles tradicionales. Los fabricantes de motores continuamente desarrollan motores más eficientes, además de que organizaciones internacionales establecen límites de emisiones contaminantes más estrictos que son aplicados en muchas partes del mundo.

Por todo lo antes mencionado, es claro que el transporte público es un sector vital de la Ciudad de México, que requiere un consumo de energía especialmente intensivo, creciente y singularmente perjudicial para el medio ambiente, por lo que se le debe prestar atención de calidad e inmediata.

La tecnología nos ayuda a resolver problemas ambientales en el transporte, desarrollando sistemas de reducción de energía o de contaminantes, lamentablemente ese aporte se ha enfocado en su mayoría a los automóviles, restándole atención al transporte público. Esto ha generado un campo extenso de innovación y trabajo, el cual debe resolverse próximamente.

Las principales fuentes de energía utilizada por el transporte público en la Ciudad de México son:

a) Motores de combustión interna (gas, gasolina, diésel)                           b) Eléctricos (metro, trolebús)                                                                    c) Híbridos (gas-gasolina, gasolina-electricidad)

Existen otras tecnologías como la propulsión con hidrógeno y con energía solar que se encuentran en fase de pruebas, ya que aún existen limitaciones tecnológicas importantes que aún no hacen viable su implementación en el transporte público, como la cuestión del rango de autonomía, peso de los equipos y costos.

En el caso particular de la propulsión eléctrica en el transporte público, el reto principal es la infraestructura de estaciones de recarga, costos de fabricación y su tiempo de operación, a pesar de que la tecnología ya se encuentra en un nivel adecuado para su implementación, como sucede en otras partes del mundo, entre las que destacan: Inglaterra, Alemania, China, Corea, entre otros.

 

Por ejemplo, existen las normas Euro, que actualmente se encuentra en su sexta iteración (Euro VI), con miras a implementar la séptima para el año 2020. Si comparamos la primera iteración de la norma (1992) con la actual (2014), se reduce en más del 90% el rango permisible de contaminantes como óxidos de nitrógeno, hidrocarburos, monóxido de carbono y partículas (Figura 3).

Para lograr esta reducción de emisiones, los fabricantes recurren a diversos sistemas como el Adblue. Este sistema combina un producto químico (disolución de urea) de origen sintético que reacciona químicamente con los óxidos de nitrógeno que normalmente son expulsados por el escape, para convertirlos en una mezcla de nitrógeno y vapor de agua.

En la Ciudad de México, el sistema de transporte confinado Metrobús y la Red de Transporte de Pasajeros (RTP) cuentan con unidades Euro V y Euro VI. Estas unidades, además de tener tecnología de punta en la mitigación de emisiones contaminantes, cuentan con componentes ergonómicos y antropométricos que ofrecen protección y confort tanto al usuario como al conductor, así como sistemas de seguridad, como cámaras de vigilancia, sistemas de posicionamiento global (GPS), entre otros.

Logística 4.0

El concepto de logística 4.0 se ha acuñado como consecuencia de la industria 4.0, sinónimo de la cuarta revolución industrial que se basa en la automatización de la producción y en el uso de la electrónica. Este término generalmente se enfoca a la logística y transporte de materia prima, productos o desplazamiento de maquinaria, también incluye al transporte de personas y para la finalidad de este artículo nos enfocaremos al transporte público.

La logística de transporte público pretende una comunicación directa entre las instalaciones, las unidades de transporte, las personas y la operación conjunta de éstas. Al integrar la logística en un momento temprano de cualquiera de las etapas del transporte público, se estará optimizando la eficiencia de este sector.

Algunos de los elementos fundamentales de la logística 4.0 son la digitalización y conectividad de los procesos, las cuales han irrumpido no sólo en materia de producción de unidades de transporte, como se mencionó en el inicio de este artículo, con la integración de dispositivos digitales que facilitan el manejo de éstas, sino a nivel de procesos o de gestión de operaciones. Es decir, se tiene la posibilidad de controlar todo a distancia y desde un punto central de información, lo que supone un control total de los tiempos, generando un ahorro de energía que impactaría directamente sobre el ambiente.

Si se colocara un GPS en cada unidad de transporte público, se podría reducir y optimizar el tiempo y las rutas, además de reducir el consumo de combustible y de energía dentro de la unidad, haciendo un efecto dominó positivo sobre las causas que generan contaminación, mencionadas anteriormente. El empleo de sensores que lleven a cabo su proceso sólo cuando sean requeridos por un usuario también contribuiría al ahorro energético (lámparas de iluminación, escaleras eléctricas, elevadores, compra y pago de pasaje, etc.), además se puede innovar alguna aplicación móvil que incluya la geolocalización de las unidades y de los pasajeros, proporcionando seguridad. Inclusive por medio de éstas podríamos automatizar pagos, evitando que el usuario realice paradas que le reducen su tiempo de llegada.

En conclusión, existe el gran reto de equilibrar la necesidad de transporte en grandes ciudades como la Ciudad de México, con la responsabilidad ambiental que conlleva el desarrollo de la metrópoli.

Esta responsabilidad, no sólo es de las instituciones gubernamentales al tener que ofrecer un servicio de transporte público moderno, seguro y de calidad a los ciudadanos, también es compartida por los fabricantes que deben de seguir desarrollando nuevas soluciones tecnológicas que ayuden a mitigar la huella ambiental de sus productos y que vayan de la mano con la cuarta revolución industrial a la que nos enfrentamos actualmente. Igualmente, es responsabilidad de la sociedad hacer uso racional de las diferentes opciones de transporte que existen para desarrollar sus actividades cotidianas, con la finalidad de mitigar las emisiones contaminantes y hacer eficientes los procesos energéticos que generan la movilidad del transporte público.